Cuando abrí los ojos vi a mi gata estirada a mi lado, dormida. Ya había un poco de luz. Me sentí aliviada de saber que mi vida seguía, aunque un poco agitada, y que no la había dejado en un colectivo abajo de la cabeza de un cantante de tango.
Tuesday, January 31, 2006
Iba en la última fila de un colectivo sentada. Al lado mío, el lugar de la ventanilla había una persona, y a mi izquierda estaban todos los asientos ocupados también. De repente, sorpresivamente, cae encima de mi pecho Roberto Goyeneche, lo reconozco y trato de levantarle la cabeza, al menos para que se recupere pero no puedo conseguirlo, pesa mucho. La gente mira asombrada. En ese momento los reconozco, hay alguien de mi familia, pero no se quién. La cabeza de Goyeneche me pesaba más y nadie parecía ayudarme, se quedaban mirando al cantante asombrados. Me empieza a faltar el aire, se me está oprimiendo el pecho por el peso y no puedo quitarme ese peso muerto de encima...comienzo a pedir ayuda. Creo que llamé a mi mamá o a mi papá para que me lo sacaran, yo ya no podía moverme, estaba quedandome paralizada, la respiración me faltaba. Cada vez respiraba menos...la gente miraba, yo seguía llamandolos...el peso era terrible. Conseguí, con mucho esfuerzo, mover la cabeza a un lado.
Cuando abrí los ojos vi a mi gata estirada a mi lado, dormida. Ya había un poco de luz. Me sentí aliviada de saber que mi vida seguía, aunque un poco agitada, y que no la había dejado en un colectivo abajo de la cabeza de un cantante de tango.
Cuando abrí los ojos vi a mi gata estirada a mi lado, dormida. Ya había un poco de luz. Me sentí aliviada de saber que mi vida seguía, aunque un poco agitada, y que no la había dejado en un colectivo abajo de la cabeza de un cantante de tango.
Sunday, January 29, 2006
Banda sonra: Dont´you want me - Human League
Estaba con Ine paeseando por Corrientes de noche. Buscabamos la parada del colectivo 93 porque no se a donde teníamos que ir. Estaba oscuro y no nos gustaba estar caminando solas por la calle a esa hora, sobre todo porque la parte de la avenida Corrientes en donde estabamos se veía bastante peligrosa y oscura. En realidad no se si era Corrientes justamente. Mirabamos las paradas de colectivos y veíamos muchos números, pero no el 93. Preguntabamos y nada, nadie sabía. Yo tenía el recuerdo de que era medio verde, pero no estaba segura. En eso llegamos a la esquina de Corrientes y Callao y decidimos seguir por Callao, que o se llamaba Callao sino Santa Fe. Yo le decía a Ine: “Vamos por Santa Fe que es más seguro”. Cruzamos Corrientes y desde la esquina de enfrente vimos la disquería Zivhal´s, la obervamos un rato, estaba bien iluminada y a mi me daban ganas de ir a ver libros y discos. Justo en ese momento vemos ahí a un grupo de hombres, de bajo nivle, delincuentes que ataca a dos o tres hombres que estban ahí parados. Se enfrentan y comienzan a pelearse a los golpes. Los primeros bajan a machetazos a los segundos y los dejan tendidos en el suelo sangrando. No sabíamos si estabn muertos o no, yo creí ver que uno de ellos se movía.
Decidimos seguir con Ine por “Santa Fe” ahora caminando más rápido, ya que después de lo que habíamos visto ya no estabamos muy seguras del todo. Yo tenía en la pierna una mordida de perro. Me había clavado los colmillos, chiquitos y me había hecho unos agujeritos. Era por eso que necesitabamos el 93, teníamos que ir a un hospital. Tenía miedo que el perro hubiese tenído rabia o algo y que yo no tuviese una vacuna o no fuera inmune. Tampoco sentía que me doliera, pero quería que un médico me viera. Al llegar a Callao (por nosotras llamada Santa Fe) y Lavalle vemos a un policía inglés haciendo una especie de guardia en la esquina. Tenía el sombrero negro característico y todo su uniforme. Era extraño, en Buenos Aires no habíamos visto ninguno de la Federal y vemos a uno Londinense. Caminamos y lo pasamos, a mitad de cuadra Ine me dice: “Esperá, voy a preguntarle algo…” Yo pensaba: “No…no es eguro…” pero dejé que fuera sin decirle nada. Al rato vuelve con el policía. La situación me parecía sospechosa. Lo veo a la cara y era un hombre negro, ya no tenía el uniforme sino una especie de túnica blanca, pero quedaban algunos detalles del uniforme. Me dijio que era médico y que el edificio que se erguía en la cuadra donde estábamos paradas era un hospital (lo que para mi era el Colegio San José). Abrió una puerta y nos hizo pasar. Efectivamente era un hospital. Apenas entramos era una sala como de guardia. Todo blanco, mucha luz y azulejos. Me miró la pierna, a la altura de la rodilla y me preguntó por el perro, etc…la cara del negro era amigable. Ya no me daba miedo, igual uno nunca sabe, pero pensaba…”Una vez en la vida voy a confiar…” Creo que me puso una pomada, me dio unas recomendaciones, me explicó algo de las vacunas antirrábicas, que la herida no era tan profunda…etc.
No se de que forma volvímos a Zivhal´s comencé a ver libros y discos con Ine. Entre las góndolas vi manchitas de sangre, la de los tipos que supuestamente o no, habrían muerto en la pelea que habíamos visto…pero la pelea no había sio en la calle? Creo que me decidí por un disco…y creo que de fondo en el local pasaban la canción Don´t you want me de Human League.
“Don’t, don’t you want me?, you know I can’t believe it when I hear that you won’t see me, Don’t, don’t you want me?, you know I don’t believe you when you say that you don’t need me…” creo que fue la primera vez que al abrir los ojos estaba cantando. Que calor hacía. Que dolor de espalda…me tengo que comprar un aire acondicionado y un colchón nuevo.
Estaba con Ine paeseando por Corrientes de noche. Buscabamos la parada del colectivo 93 porque no se a donde teníamos que ir. Estaba oscuro y no nos gustaba estar caminando solas por la calle a esa hora, sobre todo porque la parte de la avenida Corrientes en donde estabamos se veía bastante peligrosa y oscura. En realidad no se si era Corrientes justamente. Mirabamos las paradas de colectivos y veíamos muchos números, pero no el 93. Preguntabamos y nada, nadie sabía. Yo tenía el recuerdo de que era medio verde, pero no estaba segura. En eso llegamos a la esquina de Corrientes y Callao y decidimos seguir por Callao, que o se llamaba Callao sino Santa Fe. Yo le decía a Ine: “Vamos por Santa Fe que es más seguro”. Cruzamos Corrientes y desde la esquina de enfrente vimos la disquería Zivhal´s, la obervamos un rato, estaba bien iluminada y a mi me daban ganas de ir a ver libros y discos. Justo en ese momento vemos ahí a un grupo de hombres, de bajo nivle, delincuentes que ataca a dos o tres hombres que estban ahí parados. Se enfrentan y comienzan a pelearse a los golpes. Los primeros bajan a machetazos a los segundos y los dejan tendidos en el suelo sangrando. No sabíamos si estabn muertos o no, yo creí ver que uno de ellos se movía.
Decidimos seguir con Ine por “Santa Fe” ahora caminando más rápido, ya que después de lo que habíamos visto ya no estabamos muy seguras del todo. Yo tenía en la pierna una mordida de perro. Me había clavado los colmillos, chiquitos y me había hecho unos agujeritos. Era por eso que necesitabamos el 93, teníamos que ir a un hospital. Tenía miedo que el perro hubiese tenído rabia o algo y que yo no tuviese una vacuna o no fuera inmune. Tampoco sentía que me doliera, pero quería que un médico me viera. Al llegar a Callao (por nosotras llamada Santa Fe) y Lavalle vemos a un policía inglés haciendo una especie de guardia en la esquina. Tenía el sombrero negro característico y todo su uniforme. Era extraño, en Buenos Aires no habíamos visto ninguno de la Federal y vemos a uno Londinense. Caminamos y lo pasamos, a mitad de cuadra Ine me dice: “Esperá, voy a preguntarle algo…” Yo pensaba: “No…no es eguro…” pero dejé que fuera sin decirle nada. Al rato vuelve con el policía. La situación me parecía sospechosa. Lo veo a la cara y era un hombre negro, ya no tenía el uniforme sino una especie de túnica blanca, pero quedaban algunos detalles del uniforme. Me dijio que era médico y que el edificio que se erguía en la cuadra donde estábamos paradas era un hospital (lo que para mi era el Colegio San José). Abrió una puerta y nos hizo pasar. Efectivamente era un hospital. Apenas entramos era una sala como de guardia. Todo blanco, mucha luz y azulejos. Me miró la pierna, a la altura de la rodilla y me preguntó por el perro, etc…la cara del negro era amigable. Ya no me daba miedo, igual uno nunca sabe, pero pensaba…”Una vez en la vida voy a confiar…” Creo que me puso una pomada, me dio unas recomendaciones, me explicó algo de las vacunas antirrábicas, que la herida no era tan profunda…etc.
No se de que forma volvímos a Zivhal´s comencé a ver libros y discos con Ine. Entre las góndolas vi manchitas de sangre, la de los tipos que supuestamente o no, habrían muerto en la pelea que habíamos visto…pero la pelea no había sio en la calle? Creo que me decidí por un disco…y creo que de fondo en el local pasaban la canción Don´t you want me de Human League.
“Don’t, don’t you want me?, you know I can’t believe it when I hear that you won’t see me, Don’t, don’t you want me?, you know I don’t believe you when you say that you don’t need me…” creo que fue la primera vez que al abrir los ojos estaba cantando. Que calor hacía. Que dolor de espalda…me tengo que comprar un aire acondicionado y un colchón nuevo.
Saturday, January 28, 2006
Estaba con un director creativo de una agencia de publicidad en donde trabajé hace unos años. Ibamos en el auto de él, mi papá también estaba con nosotros. Ibamos por calles de Palermo y de repente aparecemos casi en Puerto Madero. La atmósfera no era buena, mucho silecio mezclado con pesadez en el aire. Todo indicaba que algo iba a pasar, algo no demasiado bueno. En medio de ese silencio extraño paramos el auto y bajamos. Había grupos pequeños de personas discutiendo. Discutiendo muy mal, pero no a los gritos. Se presentía dolor. Un grupo de personas empieza a pelearse, ya a los golpes, se tiran al suelo dos personas y empieza a pegarse. Había niños, con sus padres que eran protagonistas de esas peleas. Los chicos lloraban al ver a su madre o padre que recibian golpes. Un nene o nena se acerca llorando para tratar de separar a su mamá de uno que le pegaba y ya no quise ver más esa escena. Creo que le pegaron al chico tambien. Ni mi papá ni yo ni el director creativo entendiamos porque sucedia eso. Yo quería irme a casa y sentirme a salvo. Quería llegar para ver Clarin Digital y leer lo que pasaba, porque se había originado eso. Llegué. Ningún diario en Internet daba cuenta de la noticia. Ni la radio, ni la tele. Estaba completamente desinformada. Hasta empezaba a dudar de si realmente lo que había visto tenía la magnitud que aparentaba. Era todo ya muy extraño.
De repente un ruido y mi gata que tira las cosas de arriba de la computadora. Me tuve que levantar para darle de comer, eran las 7 de la mañana, hora de su desayuno.
De repente un ruido y mi gata que tira las cosas de arriba de la computadora. Me tuve que levantar para darle de comer, eran las 7 de la mañana, hora de su desayuno.
Wednesday, January 25, 2006
Cuando era muy chica…a los 5 o 6 años, creo.
El peor sueño que tuve hasta el día de hoy.
Me levantaba de la cama y caminaba por mi cuarto a oscuras. Podía ver mis muñecos y osos de peluche. Mi casa era una que teníamos sobre la calle Yerbal. Como siempre que me levantaba me fui a la cama de mi mamá y mi papá. Entonces caminaba por un pasillo corto. Al entrar a la habitación de ellos veo, casi espantada, como mi madre se comienza a elevar, dormida encima de la cama. Estaba dura, con las piernas estiradas, derecha y la sábana con la que estaba tapada le colgaba del cuerpo. Me quedé a los pies de la cama, llena de miedo, con un muñeco en los brazos mirando a mi mamá. No podía gritar, ni llorar. Tenía pánico. Entonces aparece mi abuela y me agarra de los hombros, me dice que no pasa nada, que mi mamá ya va a bajar y me trata de sacar de ahí. Sentí un poco de alivio al ver que mi abuela estaba ahí, pero igual mi mamá seguía levitando y yo la angustia me invadía demasiado.
Después de eso creo que me desperté, obviamente con miedo.
______________________________________________
Es el sueño más traumático que tuve en mi vida. Nunca me lo pude olvidar y cada vez que lo recuerdo me da miedo la imagen de mi mamá levitando sobre la cama. Después de ese sueño me acuerdo que lloré muchos días seguidos al acordarme y me daba miedo que llegara la noche porque no quería irme a dormir y soñar de nuevo con eso. Afortunadamente nunca más lo volví a soñar, tuve muchas pesadillas, mucho más crueles, de vez en cuando, que tranquilamente podrían haber superado ese sueño, pero la angustia que me provocó nunca la senti en otro sueño, y espero que nunca me pase.
El peor sueño que tuve hasta el día de hoy.
Me levantaba de la cama y caminaba por mi cuarto a oscuras. Podía ver mis muñecos y osos de peluche. Mi casa era una que teníamos sobre la calle Yerbal. Como siempre que me levantaba me fui a la cama de mi mamá y mi papá. Entonces caminaba por un pasillo corto. Al entrar a la habitación de ellos veo, casi espantada, como mi madre se comienza a elevar, dormida encima de la cama. Estaba dura, con las piernas estiradas, derecha y la sábana con la que estaba tapada le colgaba del cuerpo. Me quedé a los pies de la cama, llena de miedo, con un muñeco en los brazos mirando a mi mamá. No podía gritar, ni llorar. Tenía pánico. Entonces aparece mi abuela y me agarra de los hombros, me dice que no pasa nada, que mi mamá ya va a bajar y me trata de sacar de ahí. Sentí un poco de alivio al ver que mi abuela estaba ahí, pero igual mi mamá seguía levitando y yo la angustia me invadía demasiado.
Después de eso creo que me desperté, obviamente con miedo.
______________________________________________
Es el sueño más traumático que tuve en mi vida. Nunca me lo pude olvidar y cada vez que lo recuerdo me da miedo la imagen de mi mamá levitando sobre la cama. Después de ese sueño me acuerdo que lloré muchos días seguidos al acordarme y me daba miedo que llegara la noche porque no quería irme a dormir y soñar de nuevo con eso. Afortunadamente nunca más lo volví a soñar, tuve muchas pesadillas, mucho más crueles, de vez en cuando, que tranquilamente podrían haber superado ese sueño, pero la angustia que me provocó nunca la senti en otro sueño, y espero que nunca me pase.
Lunes 16 de enero de 2006
Estaba en una especie de kermese, pero el espacio destinado a ella era muy chico, tanto como una porción de pasto con un puestito, nada más. No había casi gente y había un escenario. Iba a tocar una banda, pero al parecer no eran muy conocidos porque había mucho espacio vacío adelante contra las vallas, donde generalmente suelen estar los fans. Yo sabía que en ese escenario tocaba Simple Minds, pero no entendía porque no había nadie. Entonces aproveché y me fui adelante y me subí a una de las vallas, sin nadie a los costados, solamente algunas personas atrás, 4 creo, y era gente que conocía.
En un momento sale a escena Jim Carr y comienza a cantar. Se mueve por el escenario, canta y baila, creo que no se da cuenta que no hay casi público para una banda tan popular. Entonces yo también canto y estiro la mano gritando y él me la toca. Me enamoré automáticamente de Jim Carr.
Termina el show y la poca genta aplaude, yo también y Jim se baja y me saluda. Empezamos a hablar, le presento a la gente que estaba conmigo o no se si ellos se acercaban solos y le hablaban. Al rato se van y Jim me dice que tiene que volver al hotel o a no se donde, se tenía que ir. Yo le digo que no se vaya, que vayamos a charlar por ahí y me mira raro, claro, yo se lo decía en inglés y mezclaba palabras de español, hasta que entendió y caminamos.
Caminabamos por la kermese, que para ese entonces era un predio mucho más grande y se hacía de noche. En realidad en el recital era de noche, pero ahora anochecía de nuevo, con colores anaranjados y amarillos. Todo se ponía más oscuro. Creo que le dije que tomaramos café, o él me lo dijo. Estaba con una camisa verde con las mangas anchas (la que tenía en el Personal Fest –aclaración fuera de sueño-) y me quería abrazar. Yo miraba para todos lados, no estaba segura de si quería que me vieran con Jim. De todas formas habia poca gente y cada cual estaba en su mundo, nadie notaba quién era él ni yo. No sabía si me quería besar o no, porque me hablaba en inglés, yo entendia, pero hablaba con otro acento raro. Al final no me besó. Pero se había enamorado de mi y quería verme de nuevo.
Después no recuerdo bien. Había un sillón muy grande, donde estaba con él. Había un mostrador enfrente, de color rojo con una mujer que atendía…No se bien cuando se fue o si me fui yo. No se que pasó con Jim después de despertarme.
Estaba en una especie de kermese, pero el espacio destinado a ella era muy chico, tanto como una porción de pasto con un puestito, nada más. No había casi gente y había un escenario. Iba a tocar una banda, pero al parecer no eran muy conocidos porque había mucho espacio vacío adelante contra las vallas, donde generalmente suelen estar los fans. Yo sabía que en ese escenario tocaba Simple Minds, pero no entendía porque no había nadie. Entonces aproveché y me fui adelante y me subí a una de las vallas, sin nadie a los costados, solamente algunas personas atrás, 4 creo, y era gente que conocía.
En un momento sale a escena Jim Carr y comienza a cantar. Se mueve por el escenario, canta y baila, creo que no se da cuenta que no hay casi público para una banda tan popular. Entonces yo también canto y estiro la mano gritando y él me la toca. Me enamoré automáticamente de Jim Carr.
Termina el show y la poca genta aplaude, yo también y Jim se baja y me saluda. Empezamos a hablar, le presento a la gente que estaba conmigo o no se si ellos se acercaban solos y le hablaban. Al rato se van y Jim me dice que tiene que volver al hotel o a no se donde, se tenía que ir. Yo le digo que no se vaya, que vayamos a charlar por ahí y me mira raro, claro, yo se lo decía en inglés y mezclaba palabras de español, hasta que entendió y caminamos.
Caminabamos por la kermese, que para ese entonces era un predio mucho más grande y se hacía de noche. En realidad en el recital era de noche, pero ahora anochecía de nuevo, con colores anaranjados y amarillos. Todo se ponía más oscuro. Creo que le dije que tomaramos café, o él me lo dijo. Estaba con una camisa verde con las mangas anchas (la que tenía en el Personal Fest –aclaración fuera de sueño-) y me quería abrazar. Yo miraba para todos lados, no estaba segura de si quería que me vieran con Jim. De todas formas habia poca gente y cada cual estaba en su mundo, nadie notaba quién era él ni yo. No sabía si me quería besar o no, porque me hablaba en inglés, yo entendia, pero hablaba con otro acento raro. Al final no me besó. Pero se había enamorado de mi y quería verme de nuevo.
Después no recuerdo bien. Había un sillón muy grande, donde estaba con él. Había un mostrador enfrente, de color rojo con una mujer que atendía…No se bien cuando se fue o si me fui yo. No se que pasó con Jim después de despertarme.
Lunes 16 de enero de 2006
Estaba en una especie de kermese, pero el espacio destinado a ella era muy chico, tanto como una porción de pasto con un puestito, nada más. No había casi gente y había un escenario. Iba a tocar una banda, pero al parecer no eran muy conocidos porque había mucho espacio vacío adelante contra las vallas, donde generalmente suelen estar los fans. Yo sabía que en ese escenario tocaba Simple Minds, pero no entendía porque no había nadie. Entonces aproveché y me fui adelante y me subí a una de las vallas, sin nadie a los costados, solamente algunas personas atrás, 4 creo, y era gente que conocía.
En un momento sale a escena Jim Carr y comienza a cantar. Se mueve por el escenario, canta y baila, creo que no se da cuenta que no hay casi público para una banda tan popular. Entonces yo también canto y estiro la mano gritando y él me la toca. Me enamoré automáticamente de Jim Carr.
Termina el show y la poca genta aplaude, yo también y Jim se baja y me saluda. Empezamos a hablar, le presento a la gente que estaba conmigo o no se si ellos se acercaban solos y le hablaban. Al rato se van y Jim me dice que tiene que volver al hotel o a no se donde, se tenía que ir. Yo le digo que no se vaya, que vayamos a charlar por ahí y me mira raro, claro, yo se lo decía en inglés y mezclaba palabras de español, hasta que entendió y caminamos.
Caminabamos por la kermese, que para ese entonces era un predio mucho más grande y se hacía de noche. En realidad en el recital era de noche, pero ahora anochecía de nuevo, con colores anaranjados y amarillos. Todo se ponía más oscuro. Creo que le dije que tomaramos café, o él me lo dijo. Estaba con una camisa verde con las mangas anchas (la que tenía en el Personal Fest –aclaración fuera de sueño-) y me quería abrazar. Yo miraba para todos lados, no estaba segura de si quería que me vieran con Jim. De todas formas habia poca gente y cada cual estaba en su mundo, nadie notaba quién era él ni yo. No sabía si me quería besar o no, porque me hablaba en inglés, yo entendia, pero hablaba con otro acento raro. Al final no me besó. Pero se había enamorado de mi y quería verme de nuevo.
Después no recuerdo bien. Había un sillón muy grande, donde estaba con él. Había un mostrador enfrente, de color rojo con una mujer que atendía…No se bien cuando se fue o si me fui yo. No se que pasó con Jim después de despertarme.
Estaba en una especie de kermese, pero el espacio destinado a ella era muy chico, tanto como una porción de pasto con un puestito, nada más. No había casi gente y había un escenario. Iba a tocar una banda, pero al parecer no eran muy conocidos porque había mucho espacio vacío adelante contra las vallas, donde generalmente suelen estar los fans. Yo sabía que en ese escenario tocaba Simple Minds, pero no entendía porque no había nadie. Entonces aproveché y me fui adelante y me subí a una de las vallas, sin nadie a los costados, solamente algunas personas atrás, 4 creo, y era gente que conocía.
En un momento sale a escena Jim Carr y comienza a cantar. Se mueve por el escenario, canta y baila, creo que no se da cuenta que no hay casi público para una banda tan popular. Entonces yo también canto y estiro la mano gritando y él me la toca. Me enamoré automáticamente de Jim Carr.
Termina el show y la poca genta aplaude, yo también y Jim se baja y me saluda. Empezamos a hablar, le presento a la gente que estaba conmigo o no se si ellos se acercaban solos y le hablaban. Al rato se van y Jim me dice que tiene que volver al hotel o a no se donde, se tenía que ir. Yo le digo que no se vaya, que vayamos a charlar por ahí y me mira raro, claro, yo se lo decía en inglés y mezclaba palabras de español, hasta que entendió y caminamos.
Caminabamos por la kermese, que para ese entonces era un predio mucho más grande y se hacía de noche. En realidad en el recital era de noche, pero ahora anochecía de nuevo, con colores anaranjados y amarillos. Todo se ponía más oscuro. Creo que le dije que tomaramos café, o él me lo dijo. Estaba con una camisa verde con las mangas anchas (la que tenía en el Personal Fest –aclaración fuera de sueño-) y me quería abrazar. Yo miraba para todos lados, no estaba segura de si quería que me vieran con Jim. De todas formas habia poca gente y cada cual estaba en su mundo, nadie notaba quién era él ni yo. No sabía si me quería besar o no, porque me hablaba en inglés, yo entendia, pero hablaba con otro acento raro. Al final no me besó. Pero se había enamorado de mi y quería verme de nuevo.
Después no recuerdo bien. Había un sillón muy grande, donde estaba con él. Había un mostrador enfrente, de color rojo con una mujer que atendía…No se bien cuando se fue o si me fui yo. No se que pasó con Jim después de despertarme.
Sabado 24 de diciembre de 2005
Estaba en el salón de actos de mi colegio. No se porque siempre sueño con mi colegio. Sentada en uno de los asientos escuchaba como Pergolini y Pigna daban una charla acerca de historia argentina. Al terminar la charla todos se levantan y se empiezan a ir. Pergolini anuncia que van a hacer una selección para quienes quieran participar en “Algo habrán hecho” del año siguiente como actores, personificando a próceres. La selección iba a ser en un aula del colegio, entonces salgo del salón de actos y voy en busca de ella. En la planta baja de mi colegio estan todas las aulas de primaria y yo empiezo a caminar por el pasillo largo. Sola. Escucho un piano a lo lejos y me acerco, en la última aula, la de música, sentados sobre unas gradas estaban un grupo de personas. A todos se les había asignado un personaje histórico y estaban a medio disfrazar. Con trapos en la cabeza, pelucas, sombreros. Yo entro y Pergolini me manda a sentar a un extremo de la grada más alta. Me dice…”vos vas a hacer de Paso...” (o alguno de esos próceres de la Primera Junta) y me da una capa y un sombrero. Me dice…”Leete esos renglones que estan ahí escritos en el pizarrón, es lo que vas a tener que decir…”. Y veo que en el pizarrón verde hay una frase, en otro idioma que no entiendo, como balbuceos pero con letras L y A que no llego a poder leer del todo. Pienso…”diciendo esto que no tiene sentido voy a quedar como una tarada…” Y ahí ya no entendía nada de lo que pasaba ni porque estaba ahí, y me empieza a agarrar mi ansiedad de querer salir corriendo a mi casa cuando me veo en una situación de peligro. Ya no quería estar más ahí.
No se porque ni como, aparezco en una casita que estaba construida sobre cuatro pilates, a un metro del suelo aproximadamente. Era roja, medio japonesa. En el medio de un bosque muy antiguo. Otra vez estaba sola. Tenía la capa y el sombrero que me había dado Pergolini. De una puertita sale una japonesa que me da algo de comer. No se si como o no. Y luego un japones también aparece. Después entra Ivan, ahora no recuerdo que fue lo que me decía. Tenía puestos unos zapatos negros, bajitos, muy parecidos a unos mios. Y yo estaba descalza. Tampooco sabía como habia llegado a estar sin zapatos. Pero eso, que en otros sueños me volvía loca, en este no. Hubiese preferido tenerlos, pero no me molestaba pisar el pasto con los pies. Bajamos una escalerita y empezamos a caminar los 4 por el bosque. Llegamos como a una especie de establo de donde salen 2 personas, una mujer, creo, y un hombre. El hombre era un hombre de negocios, un empresario. Y hablaba como tal. Quería que yo fuera parte de alguno de esos negocios y parece que Ivan ya lo sabía y me alentaba para que aceptara. Todo tenía que ver con el programa de Pergolini, yo seguía casi disfrazada. Después llamaron al contador de este tipo, que supuestamente se iba a encargar de mi y el asunto del negocio. El contador resultó ser un personaje que rozaba lo carnavalesco. Pelo semi largo, mal teñido de rubio, pajoso. Anteojos a lo Johny Tolengo, boa de plumas y piel y carpetas de colores. Se acercaba a nosotros para presentarse como si emulase a Ronnie Arias en su papel mas gay. Yo pensaba, bueno…no voy a juzgarlo por su imagen, debe saber lo que hace. Y nos trae un auto negro para que dispongamos de él durante todo el tiempo que dure el negocio. El auto, espectacular, era una Ferrari. Bajita, tuneada. Iván me mira y me dice..”bueno Polita, metete en el baúl asi ya empezamos” Ehh…bueno, al final de todo no era el baúl de un Fiat 600. Estaba todo tapizado de cuero color camel. No me disgustaba la idea de viajar ahí, de todas formas lo iba a hacer con el baúl abierto. Cuando estaba subiendo, con mi capa, mi sombrero, sin mis zapatos a la Ferrari en medio de un bosque de Japón….suena el despertador, ya eran las 12 del mediodía del 24 de diciembre y tenía que volver a la vida despierta para terminar de comprar los regalos de Navidad.
Estaba en el salón de actos de mi colegio. No se porque siempre sueño con mi colegio. Sentada en uno de los asientos escuchaba como Pergolini y Pigna daban una charla acerca de historia argentina. Al terminar la charla todos se levantan y se empiezan a ir. Pergolini anuncia que van a hacer una selección para quienes quieran participar en “Algo habrán hecho” del año siguiente como actores, personificando a próceres. La selección iba a ser en un aula del colegio, entonces salgo del salón de actos y voy en busca de ella. En la planta baja de mi colegio estan todas las aulas de primaria y yo empiezo a caminar por el pasillo largo. Sola. Escucho un piano a lo lejos y me acerco, en la última aula, la de música, sentados sobre unas gradas estaban un grupo de personas. A todos se les había asignado un personaje histórico y estaban a medio disfrazar. Con trapos en la cabeza, pelucas, sombreros. Yo entro y Pergolini me manda a sentar a un extremo de la grada más alta. Me dice…”vos vas a hacer de Paso...” (o alguno de esos próceres de la Primera Junta) y me da una capa y un sombrero. Me dice…”Leete esos renglones que estan ahí escritos en el pizarrón, es lo que vas a tener que decir…”. Y veo que en el pizarrón verde hay una frase, en otro idioma que no entiendo, como balbuceos pero con letras L y A que no llego a poder leer del todo. Pienso…”diciendo esto que no tiene sentido voy a quedar como una tarada…” Y ahí ya no entendía nada de lo que pasaba ni porque estaba ahí, y me empieza a agarrar mi ansiedad de querer salir corriendo a mi casa cuando me veo en una situación de peligro. Ya no quería estar más ahí.
No se porque ni como, aparezco en una casita que estaba construida sobre cuatro pilates, a un metro del suelo aproximadamente. Era roja, medio japonesa. En el medio de un bosque muy antiguo. Otra vez estaba sola. Tenía la capa y el sombrero que me había dado Pergolini. De una puertita sale una japonesa que me da algo de comer. No se si como o no. Y luego un japones también aparece. Después entra Ivan, ahora no recuerdo que fue lo que me decía. Tenía puestos unos zapatos negros, bajitos, muy parecidos a unos mios. Y yo estaba descalza. Tampooco sabía como habia llegado a estar sin zapatos. Pero eso, que en otros sueños me volvía loca, en este no. Hubiese preferido tenerlos, pero no me molestaba pisar el pasto con los pies. Bajamos una escalerita y empezamos a caminar los 4 por el bosque. Llegamos como a una especie de establo de donde salen 2 personas, una mujer, creo, y un hombre. El hombre era un hombre de negocios, un empresario. Y hablaba como tal. Quería que yo fuera parte de alguno de esos negocios y parece que Ivan ya lo sabía y me alentaba para que aceptara. Todo tenía que ver con el programa de Pergolini, yo seguía casi disfrazada. Después llamaron al contador de este tipo, que supuestamente se iba a encargar de mi y el asunto del negocio. El contador resultó ser un personaje que rozaba lo carnavalesco. Pelo semi largo, mal teñido de rubio, pajoso. Anteojos a lo Johny Tolengo, boa de plumas y piel y carpetas de colores. Se acercaba a nosotros para presentarse como si emulase a Ronnie Arias en su papel mas gay. Yo pensaba, bueno…no voy a juzgarlo por su imagen, debe saber lo que hace. Y nos trae un auto negro para que dispongamos de él durante todo el tiempo que dure el negocio. El auto, espectacular, era una Ferrari. Bajita, tuneada. Iván me mira y me dice..”bueno Polita, metete en el baúl asi ya empezamos” Ehh…bueno, al final de todo no era el baúl de un Fiat 600. Estaba todo tapizado de cuero color camel. No me disgustaba la idea de viajar ahí, de todas formas lo iba a hacer con el baúl abierto. Cuando estaba subiendo, con mi capa, mi sombrero, sin mis zapatos a la Ferrari en medio de un bosque de Japón….suena el despertador, ya eran las 12 del mediodía del 24 de diciembre y tenía que volver a la vida despierta para terminar de comprar los regalos de Navidad.
Sabado 24 de diciembre de 2005
Estaba en el salón de actos de mi colegio. No se porque siempre sueño con mi colegio. Sentada en uno de los asientos escuchaba como Pergolini y Pigna daban una charla acerca de historia argentina. Al terminar la charla todos se levantan y se empiezan a ir. Pergolini anuncia que van a hacer una selección para quienes quieran participar en “Algo habrán hecho” del año siguiente como actores, personificando a próceres. La selección iba a ser en un aula del colegio, entonces salgo del salón de actos y voy en busca de ella. En la planta baja de mi colegio estan todas las aulas de primaria y yo empiezo a caminar por el pasillo largo. Sola. Escucho un piano a lo lejos y me acerco, en la última aula, la de música, sentados sobre unas gradas estaban un grupo de personas. A todos se les había asignado un personaje histórico y estaban a medio disfrazar. Con trapos en la cabeza, pelucas, sombreros. Yo entro y Pergolini me manda a sentar a un extremo de la grada más alta. Me dice…”vos vas a hacer de Paso...” (o alguno de esos próceres de la Primera Junta) y me da una capa y un sombrero. Me dice…”Leete esos renglones que estan ahí escritos en el pizarrón, es lo que vas a tener que decir…”. Y veo que en el pizarrón verde hay una frase, en otro idioma que no entiendo, como balbuceos pero con letras L y A que no llego a poder leer del todo. Pienso…”diciendo esto que no tiene sentido voy a quedar como una tarada…” Y ahí ya no entendía nada de lo que pasaba ni porque estaba ahí, y me empieza a agarrar mi ansiedad de querer salir corriendo a mi casa cuando me veo en una situación de peligro. Ya no quería estar más ahí.
No se porque ni como, aparezco en una casita que estaba construida sobre cuatro pilates, a un metro del suelo aproximadamente. Era roja, medio japonesa. En el medio de un bosque muy antiguo. Otra vez estaba sola. Tenía la capa y el sombrero que me había dado Pergolini. De una puertita sale una japonesa que me da algo de comer. No se si como o no. Y luego un japones también aparece. Después entra Ivan, ahora no recuerdo que fue lo que me decía. Tenía puestos unos zapatos negros, bajitos, muy parecidos a unos mios. Y yo estaba descalza. Tampooco sabía como habia llegado a estar sin zapatos. Pero eso, que en otros sueños me volvía loca, en este no. Hubiese preferido tenerlos, pero no me molestaba pisar el pasto con los pies. Bajamos una escalerita y empezamos a caminar los 4 por el bosque. Llegamos como a una especie de establo de donde salen 2 personas, una mujer, creo, y un hombre. El hombre era un hombre de negocios, un empresario. Y hablaba como tal. Quería que yo fuera parte de alguno de esos negocios y parece que Ivan ya lo sabía y me alentaba para que aceptara. Todo tenía que ver con el programa de Pergolini, yo seguía casi disfrazada. Después llamaron al contador de este tipo, que supuestamente se iba a encargar de mi y el asunto del negocio. El contador resultó ser un personaje que rozaba lo carnavalesco. Pelo semi largo, mal teñido de rubio, pajoso. Anteojos a lo Johny Tolengo, boa de plumas y piel y carpetas de colores. Se acercaba a nosotros para presentarse como si emulase a Ronnie Arias en su papel mas gay. Yo pensaba, bueno…no voy a juzgarlo por su imagen, debe saber lo que hace. Y nos trae un auto negro para que dispongamos de él durante todo el tiempo que dure el negocio. El auto, espectacular, era una Ferrari. Bajita, tuneada. Iván me mira y me dice..”bueno Polita, metete en el baúl asi ya empezamos” Ehh…bueno, al final de todo no era el baúl de un Fiat 600. Estaba todo tapizado de cuero color camel. No me disgustaba la idea de viajar ahí, de todas formas lo iba a hacer con el baúl abierto. Cuando estaba subiendo, con mi capa, mi sombrero, sin mis zapatos a la Ferrari en medio de un bosque de Japón….suena el despertador, ya eran las 12 del mediodía del 24 de diciembre y tenía que volver a la vida despierta para terminar de comprar los regalos de Navidad.
Estaba en el salón de actos de mi colegio. No se porque siempre sueño con mi colegio. Sentada en uno de los asientos escuchaba como Pergolini y Pigna daban una charla acerca de historia argentina. Al terminar la charla todos se levantan y se empiezan a ir. Pergolini anuncia que van a hacer una selección para quienes quieran participar en “Algo habrán hecho” del año siguiente como actores, personificando a próceres. La selección iba a ser en un aula del colegio, entonces salgo del salón de actos y voy en busca de ella. En la planta baja de mi colegio estan todas las aulas de primaria y yo empiezo a caminar por el pasillo largo. Sola. Escucho un piano a lo lejos y me acerco, en la última aula, la de música, sentados sobre unas gradas estaban un grupo de personas. A todos se les había asignado un personaje histórico y estaban a medio disfrazar. Con trapos en la cabeza, pelucas, sombreros. Yo entro y Pergolini me manda a sentar a un extremo de la grada más alta. Me dice…”vos vas a hacer de Paso...” (o alguno de esos próceres de la Primera Junta) y me da una capa y un sombrero. Me dice…”Leete esos renglones que estan ahí escritos en el pizarrón, es lo que vas a tener que decir…”. Y veo que en el pizarrón verde hay una frase, en otro idioma que no entiendo, como balbuceos pero con letras L y A que no llego a poder leer del todo. Pienso…”diciendo esto que no tiene sentido voy a quedar como una tarada…” Y ahí ya no entendía nada de lo que pasaba ni porque estaba ahí, y me empieza a agarrar mi ansiedad de querer salir corriendo a mi casa cuando me veo en una situación de peligro. Ya no quería estar más ahí.
No se porque ni como, aparezco en una casita que estaba construida sobre cuatro pilates, a un metro del suelo aproximadamente. Era roja, medio japonesa. En el medio de un bosque muy antiguo. Otra vez estaba sola. Tenía la capa y el sombrero que me había dado Pergolini. De una puertita sale una japonesa que me da algo de comer. No se si como o no. Y luego un japones también aparece. Después entra Ivan, ahora no recuerdo que fue lo que me decía. Tenía puestos unos zapatos negros, bajitos, muy parecidos a unos mios. Y yo estaba descalza. Tampooco sabía como habia llegado a estar sin zapatos. Pero eso, que en otros sueños me volvía loca, en este no. Hubiese preferido tenerlos, pero no me molestaba pisar el pasto con los pies. Bajamos una escalerita y empezamos a caminar los 4 por el bosque. Llegamos como a una especie de establo de donde salen 2 personas, una mujer, creo, y un hombre. El hombre era un hombre de negocios, un empresario. Y hablaba como tal. Quería que yo fuera parte de alguno de esos negocios y parece que Ivan ya lo sabía y me alentaba para que aceptara. Todo tenía que ver con el programa de Pergolini, yo seguía casi disfrazada. Después llamaron al contador de este tipo, que supuestamente se iba a encargar de mi y el asunto del negocio. El contador resultó ser un personaje que rozaba lo carnavalesco. Pelo semi largo, mal teñido de rubio, pajoso. Anteojos a lo Johny Tolengo, boa de plumas y piel y carpetas de colores. Se acercaba a nosotros para presentarse como si emulase a Ronnie Arias en su papel mas gay. Yo pensaba, bueno…no voy a juzgarlo por su imagen, debe saber lo que hace. Y nos trae un auto negro para que dispongamos de él durante todo el tiempo que dure el negocio. El auto, espectacular, era una Ferrari. Bajita, tuneada. Iván me mira y me dice..”bueno Polita, metete en el baúl asi ya empezamos” Ehh…bueno, al final de todo no era el baúl de un Fiat 600. Estaba todo tapizado de cuero color camel. No me disgustaba la idea de viajar ahí, de todas formas lo iba a hacer con el baúl abierto. Cuando estaba subiendo, con mi capa, mi sombrero, sin mis zapatos a la Ferrari en medio de un bosque de Japón….suena el despertador, ya eran las 12 del mediodía del 24 de diciembre y tenía que volver a la vida despierta para terminar de comprar los regalos de Navidad.
Del sábado 19 al domingo 20 de diciembre de 2005
Estaba en el estudio trabajando. Estaban Pablo, Gabriel y Nuria. Yo tenía a Hester, mi gata, conmigo. De repente entran una especie de soldados, con porte militar y me llevan a un campo de concentración. A mi y a mi gata. Pero no se deben haber dado cuenta que la llevaba conmigo. Los demás se quedan ahí, en el estudio.
El campo de concentración era mi colegio. A mi me ponen en un cuarto con una ventana que daba al patio. El curto tenia una o dos camas y lo compartía con Romina, otra Romina y mi prima, que por ser Lerma, igual que yo, por orden alfabético nos había tocado estar en el mismo cuarto. Las demás chicas Romina y Romina no tenían apellidos con L, pero igual estaban ahí. Tenía miedo, porque nadie sabía que me habían llevado ahí. Yo quería que alguien hiciera una denuncia y poder volver a mi casa. Me daba mucho miedo por mi gata, porque si se daban cuenta que la tenía conmigo me la iban a sacar. La había puesto adentro de un placard en forma de L, dentro de una bolsa de papel. Pero no tenía comida ni agua para darle y eso me desesperaba. Pasaron un par de días y decidí escaparme para conseguirle algo a la gata. Vi fuera de mi habitación dos pilas de sándwiches de miga, iguales. Si yo sacaba uno no iban a quedar las dos pilas idénticas y alguien se daría cuenta que faltaba uno. Pero me arriesgué y me lo llevé. En la habitación saqué a mi gata de la bolsa y con unos bolsos de mi prima y unas cajas tapé la puerta del placard para que no se escapara y pudiera caminar por ahí dentro. Después despedacé el sándwich y se lo di de comer. No lo comió muy desesperada, pero se lo comió. No hacía mucho lio por suerte. También le di un poco de agua con la mano.
Otro de los días entró a nuestra habitación un hombre rubio, militar, muy alto y grande y se puso en pelotas y empezó a bailar. Yo pensaba…”acá nos violan…”. Mi prima, Romina, Romina y yo estabamos sentadas en la cama, contra la pared mirando el espectáculo patético que estaba haciendo. Yo tenía miedo, pero sabía que no iba a hacernos nada, que nos quería asustar. Entonces empecé a hacer palmas como festejandole las pelotudeces que hacía ese imbécil.
En otro momento nos encontrábamos en el buffet de mi colegio, que era, como ya dije, el campo de concentración. Y sentadas en una mesa la veo a Margarita, una compañera del colegio, que muy bien vestida nos viene a hablar. No se bien que nos dijo pero parecía muy a gusto ahí dentro. Nos comentó de un problema con Brasil, que por eso estabamos ahí. Yo no entendía nada, porque me habían llevado a mi ahí, porque no estaban mis jefes, mi familia…? Yo que tenía que ver? Me enteré que una prima de Romina K. era brasilera y que estaba en el campo también, pero no quería irse, porque estaba de acuerdo con lo que sucedía, y se iba a quedar ahí por su país. Cosa que no entedí. Pero me chupaba un huevo, yo me quería ir de ahí con mi gata como fuera. Siempre me preocupaba que cuando yo no estuviera en el cuarto la descubrieran y se la llevaran.
Descubrí un día que Romina K. tenía una palm. Escondida. Pero la usaba siempre para chatear con un tal Leo. Al verla con el aparato dije…”prestamela YA le tengo que mandar un mail a mi mamá o buscar a mi hermano en el msn y decirle que hagan la denuncia…que estoy acá!!!” “no, no…” me contestaba…”esperá, ya te la presto…” Le pedí por favor que al menos le dijera a su familia, a alguien. Ella me dijo que le había avisado al hermano, pero igual no me quedé tranquila. Quería irme.
Lo último que pasño antes de que me liberen de una manera bastante mediocre fue que estabamos formadas en el bufett y un grupo de chicas se reian muy fuerte. En la punta de la fila había un general, enorme, malo, grande y con una fusta. Les preguntó de que se reían y no le contestaron. Siguieron riéndose. Les preguntó de nuevo y dejaron de reírse de a poco. Yo tenía al lado a Romina H. Muy en voz baja le dije “ A partir de ahora vos vas a ser mi psicóloga, te lo pido por favor, y yo voy a ser la tuya. Lo necesitamos”. Ella aceptó.
Y finalmente me liberaron, no se de que forma, a mi con mi gata, a Romina H. a Romina K. y a una amiga de ella. A la prima brasilera no, la iban a liberar pero seguía con eso de que se quedaba por su país.
La liberación fue de la siguiente forma. Llegaríamos en el colectivo 102 a Uruguay y Perón. Ahí me iba a estar esperando para recibirme mi mamá, mi papá, mi hermano e Iván. A Romina la familia de Romina, a Romina H no se y a la amiga de Romina K, el dinosaurio Barney. Yo traía a mi gata en la billetera. Y si el sueño parece demasido ilógico por muchas partes, bueno, entonces la coronación final es lo mejor de todo. Porque nuestro arribo a la libertad fue presentado por Marcelo Tinelli con un improvisado Show Match en esa esquina mientras bajabamos del colectivo y nos reencontrabamos con nuestras familias…o con Barney el dinosaurio.
Estaba en el estudio trabajando. Estaban Pablo, Gabriel y Nuria. Yo tenía a Hester, mi gata, conmigo. De repente entran una especie de soldados, con porte militar y me llevan a un campo de concentración. A mi y a mi gata. Pero no se deben haber dado cuenta que la llevaba conmigo. Los demás se quedan ahí, en el estudio.
El campo de concentración era mi colegio. A mi me ponen en un cuarto con una ventana que daba al patio. El curto tenia una o dos camas y lo compartía con Romina, otra Romina y mi prima, que por ser Lerma, igual que yo, por orden alfabético nos había tocado estar en el mismo cuarto. Las demás chicas Romina y Romina no tenían apellidos con L, pero igual estaban ahí. Tenía miedo, porque nadie sabía que me habían llevado ahí. Yo quería que alguien hiciera una denuncia y poder volver a mi casa. Me daba mucho miedo por mi gata, porque si se daban cuenta que la tenía conmigo me la iban a sacar. La había puesto adentro de un placard en forma de L, dentro de una bolsa de papel. Pero no tenía comida ni agua para darle y eso me desesperaba. Pasaron un par de días y decidí escaparme para conseguirle algo a la gata. Vi fuera de mi habitación dos pilas de sándwiches de miga, iguales. Si yo sacaba uno no iban a quedar las dos pilas idénticas y alguien se daría cuenta que faltaba uno. Pero me arriesgué y me lo llevé. En la habitación saqué a mi gata de la bolsa y con unos bolsos de mi prima y unas cajas tapé la puerta del placard para que no se escapara y pudiera caminar por ahí dentro. Después despedacé el sándwich y se lo di de comer. No lo comió muy desesperada, pero se lo comió. No hacía mucho lio por suerte. También le di un poco de agua con la mano.
Otro de los días entró a nuestra habitación un hombre rubio, militar, muy alto y grande y se puso en pelotas y empezó a bailar. Yo pensaba…”acá nos violan…”. Mi prima, Romina, Romina y yo estabamos sentadas en la cama, contra la pared mirando el espectáculo patético que estaba haciendo. Yo tenía miedo, pero sabía que no iba a hacernos nada, que nos quería asustar. Entonces empecé a hacer palmas como festejandole las pelotudeces que hacía ese imbécil.
En otro momento nos encontrábamos en el buffet de mi colegio, que era, como ya dije, el campo de concentración. Y sentadas en una mesa la veo a Margarita, una compañera del colegio, que muy bien vestida nos viene a hablar. No se bien que nos dijo pero parecía muy a gusto ahí dentro. Nos comentó de un problema con Brasil, que por eso estabamos ahí. Yo no entendía nada, porque me habían llevado a mi ahí, porque no estaban mis jefes, mi familia…? Yo que tenía que ver? Me enteré que una prima de Romina K. era brasilera y que estaba en el campo también, pero no quería irse, porque estaba de acuerdo con lo que sucedía, y se iba a quedar ahí por su país. Cosa que no entedí. Pero me chupaba un huevo, yo me quería ir de ahí con mi gata como fuera. Siempre me preocupaba que cuando yo no estuviera en el cuarto la descubrieran y se la llevaran.
Descubrí un día que Romina K. tenía una palm. Escondida. Pero la usaba siempre para chatear con un tal Leo. Al verla con el aparato dije…”prestamela YA le tengo que mandar un mail a mi mamá o buscar a mi hermano en el msn y decirle que hagan la denuncia…que estoy acá!!!” “no, no…” me contestaba…”esperá, ya te la presto…” Le pedí por favor que al menos le dijera a su familia, a alguien. Ella me dijo que le había avisado al hermano, pero igual no me quedé tranquila. Quería irme.
Lo último que pasño antes de que me liberen de una manera bastante mediocre fue que estabamos formadas en el bufett y un grupo de chicas se reian muy fuerte. En la punta de la fila había un general, enorme, malo, grande y con una fusta. Les preguntó de que se reían y no le contestaron. Siguieron riéndose. Les preguntó de nuevo y dejaron de reírse de a poco. Yo tenía al lado a Romina H. Muy en voz baja le dije “ A partir de ahora vos vas a ser mi psicóloga, te lo pido por favor, y yo voy a ser la tuya. Lo necesitamos”. Ella aceptó.
Y finalmente me liberaron, no se de que forma, a mi con mi gata, a Romina H. a Romina K. y a una amiga de ella. A la prima brasilera no, la iban a liberar pero seguía con eso de que se quedaba por su país.
La liberación fue de la siguiente forma. Llegaríamos en el colectivo 102 a Uruguay y Perón. Ahí me iba a estar esperando para recibirme mi mamá, mi papá, mi hermano e Iván. A Romina la familia de Romina, a Romina H no se y a la amiga de Romina K, el dinosaurio Barney. Yo traía a mi gata en la billetera. Y si el sueño parece demasido ilógico por muchas partes, bueno, entonces la coronación final es lo mejor de todo. Porque nuestro arribo a la libertad fue presentado por Marcelo Tinelli con un improvisado Show Match en esa esquina mientras bajabamos del colectivo y nos reencontrabamos con nuestras familias…o con Barney el dinosaurio.
Del 9 al 10 de diciembre de 2005 (creo)
Estaba en Mardel en el DG con alguien, creo que era Ro, pero no estoy segura si era un hombre o una mujer. Pero había ido con esa persona. Era extraño porque aparentemente todo había terminado y estaban haciendo “ensayos” para el siguiente año. Y nosotros estabamos ahí mirando, y otra gente también. Paseaban, miraban expos. En la entrada, hacia la derecha había una especie de pasarela gigante, de color negro, en donde iba a mostrarse Julieta Prandi. Al principo pensé que era Luciana Salazar y estaba segura que era ella, pero después caí en la cuenta que no, era Julieta Prandi, me la había confundido de nombre. Viene Sebastián y nos saluda, me dice…”Ehh…nosotros no tenemos ninguna foto juntos…” Y agarra un cartelito que había en una mesa con un mantel negro, formando un sistema con la pasarela, en el cual decía algo así como “Dg 2006” o “Diseño gráfico 2006”. Buscamos un lugar donde tomarnos la foto. En ese momento la persona que estaba conmigo se me figura como mi hermano. Nos subimos a la pasarela, clavamos en cartelito en una maderita y nos sacamos la foto. Tirados los tres sobre esa especie de seda negra que lo cubría. Después nos presenta a Julieta Prandi. Yo seguía sin entender que hacía ella en un evento de diseño, pero bueno…como Seba sabe lo que hace, entonces esperé antes de preguntarle. Julieta se subió a la pasarela, dio unas vueltas y no se que más hizo. Al final de todo, con una música de fondo, se da vuelta y deja ver en la espalda de ella, a la altura del hombro, una especie de tatuaje, pero que era a la vez un símbolo de un reloj. Era reconocible, porque para todos ese símbolo era un reloj y lo representaba, pero sinceramente era algo completamente abstracto sin representación alguna. Las luces se semi apagaron, quedando esa parte del hombro solo con luz y unas pantallas, no gigantes, pero muy grandes se encendieron en las paredes, a lo alto. Y un video comenzó a relatar el orígen de ese símbolo, era maya o algo así, de tribus indígenas, milenario. No llegué a entender bien de que se trataba, pero mediaba entre lo oculto y esotérico. Y para Julieta tenía un significado. Me desperté con la extraña sensación de no saber para que mierda Julieta Prandi querría hacerse la ocultista en medio de un sueño mio.
Estaba en Mardel en el DG con alguien, creo que era Ro, pero no estoy segura si era un hombre o una mujer. Pero había ido con esa persona. Era extraño porque aparentemente todo había terminado y estaban haciendo “ensayos” para el siguiente año. Y nosotros estabamos ahí mirando, y otra gente también. Paseaban, miraban expos. En la entrada, hacia la derecha había una especie de pasarela gigante, de color negro, en donde iba a mostrarse Julieta Prandi. Al principo pensé que era Luciana Salazar y estaba segura que era ella, pero después caí en la cuenta que no, era Julieta Prandi, me la había confundido de nombre. Viene Sebastián y nos saluda, me dice…”Ehh…nosotros no tenemos ninguna foto juntos…” Y agarra un cartelito que había en una mesa con un mantel negro, formando un sistema con la pasarela, en el cual decía algo así como “Dg 2006” o “Diseño gráfico 2006”. Buscamos un lugar donde tomarnos la foto. En ese momento la persona que estaba conmigo se me figura como mi hermano. Nos subimos a la pasarela, clavamos en cartelito en una maderita y nos sacamos la foto. Tirados los tres sobre esa especie de seda negra que lo cubría. Después nos presenta a Julieta Prandi. Yo seguía sin entender que hacía ella en un evento de diseño, pero bueno…como Seba sabe lo que hace, entonces esperé antes de preguntarle. Julieta se subió a la pasarela, dio unas vueltas y no se que más hizo. Al final de todo, con una música de fondo, se da vuelta y deja ver en la espalda de ella, a la altura del hombro, una especie de tatuaje, pero que era a la vez un símbolo de un reloj. Era reconocible, porque para todos ese símbolo era un reloj y lo representaba, pero sinceramente era algo completamente abstracto sin representación alguna. Las luces se semi apagaron, quedando esa parte del hombro solo con luz y unas pantallas, no gigantes, pero muy grandes se encendieron en las paredes, a lo alto. Y un video comenzó a relatar el orígen de ese símbolo, era maya o algo así, de tribus indígenas, milenario. No llegué a entender bien de que se trataba, pero mediaba entre lo oculto y esotérico. Y para Julieta tenía un significado. Me desperté con la extraña sensación de no saber para que mierda Julieta Prandi querría hacerse la ocultista en medio de un sueño mio.