Iba en la última fila de un colectivo sentada. Al lado mío, el lugar de la ventanilla había una persona, y a mi izquierda estaban todos los asientos ocupados también. De repente, sorpresivamente, cae encima de mi pecho Roberto Goyeneche, lo reconozco y trato de levantarle la cabeza, al menos para que se recupere pero no puedo conseguirlo, pesa mucho. La gente mira asombrada. En ese momento los reconozco, hay alguien de mi familia, pero no se quién. La cabeza de Goyeneche me pesaba más y nadie parecía ayudarme, se quedaban mirando al cantante asombrados. Me empieza a faltar el aire, se me está oprimiendo el pecho por el peso y no puedo quitarme ese peso muerto de encima...comienzo a pedir ayuda. Creo que llamé a mi mamá o a mi papá para que me lo sacaran, yo ya no podía moverme, estaba quedandome paralizada, la respiración me faltaba. Cada vez respiraba menos...la gente miraba, yo seguía llamandolos...el peso era terrible. Conseguí, con mucho esfuerzo, mover la cabeza a un lado.
Cuando abrí los ojos vi a mi gata estirada a mi lado, dormida. Ya había un poco de luz. Me sentí aliviada de saber que mi vida seguía, aunque un poco agitada, y que no la había dejado en un colectivo abajo de la cabeza de un cantante de tango.
Cuando abrí los ojos vi a mi gata estirada a mi lado, dormida. Ya había un poco de luz. Me sentí aliviada de saber que mi vida seguía, aunque un poco agitada, y que no la había dejado en un colectivo abajo de la cabeza de un cantante de tango.
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